Roy era grande, muy grande, por dentro y por fuera. No podía ser "invisible" a los ojos de nadie. Cuando paseaba la gente le miraba, por su belleza y por su expresividad de nobleza. Para los niños era un peluche vivo, se tumbaba y los niños lo acariciaban, se apoyaban en su lomo cuando estaba echado y nunca protestaba, cuando le hablabas te respondía con un balanceo de su cola y te miraba con sus ojos almendrados transmitiéndote su complicidad. Necesitaba estar al lado de las personas que le cuidábamos, la soledad sólo la quería para tumbarse en el césped fresquito, ya que su larga melena no le ayudaba mucho a soportar el verano. Por las noches dormía muy cerca de nosotros, tan cerca que compartíamos su respirar, sus suspiros, a veces, y sus cambios de posturas que era algo estruendoso, pero no nos importaba, él estaba allí también vigilando nuestro sueño.
Al amanecer era el primero en querer disfrutar del alba, colocando su cabeza a la altura de la nuestra, para así recordarnos que quería salir. Nunca se quejó, jamás le oímos un gruñido de enfado. Cuando lo peinábamos le encantaba y sólo verte con el cepillo en la mano, acudía a nuestro lado. A la hora del paseo, caminaba por la casa junto a ti y te miraba como preguntando ¿aún no?.
Roy ha sido muy querido, y a veces también mimado, pero la vida a veces es cruel muy cruel, tenía sólo 9 años y aún no le correspondía dejarnos, pero se ha ido. No ha podido luchar contra el mal que lo invadía, aunque lo intentaba, su organismo se resistía a tirar la toalla y él también, pero al final han sido vencidos por el mal. Su amo que estaba de vacaciones (en el otro extremo del país), volvió para estar a su lado en estos momentos y Roy sacó fuerzas como pudo para mover su rabo y alargarle su manita en señal de agradecimiento.
Hoy es un día negro para todos nosotros, él era tan grande que grande es su ausencia. Nos quedan sus
recuerdos de todos esos momentos que hemos compartido.
Roy estaba en casa sólo cuando sus amos estaban de vacaciones, pero ha sido suficiente para quererlo como lo hemos querido.
Roy era lento en sus andares, pero en estos tristes días ha ido muy deprisa, tanto que no nos ha dado tiempo para asimilar que nos estaba dejando.
Roy te queremos y te seguiremos queriendo siempre.