Cogemos 1 kg. de anchoas frescas y las congelamos durante 24 horas para destruir el parásito "anisaki".
Transcurrido este tiempo de congelación mínimo, las descongelamos y secamos, colocándolas en una fuente donde en el fondo pondremos una capa de sal alternando con otra de anchoas, siguiendo con sal, las anchoas colocadas de manera ordenadas y cambiando la posición en la capa siguiente, así sucesivamente. Necesitaremos aproximadamente 1 kg. de sal gruesa.
Sobre la última tanda de sal, cubrimos muy bien con film transparente para que no entre aire y sobre este, algo que pese aproximadamente 2 kg. (dos brick de 1 lt. cada uno de leche, vino o similar).
Una vez transcurridos los 14 días, procedemos a quitarles la sal, pasándoles un pincel de silicona, o un estropajo de plástico, (en este momento como no tenía estropajo de plástico, utilicé una malla de envasado de verduras o ajos).
Si durante el proceso de salazón vemos en el recipiente líquido que vayan soltando, es conveniente irlo retirando.
Malla para el "limpiado" de la sal
Anchoas limpias de sal

Damos un corte recto a la altura de la cabeza y en la cola
Las abrimos para quitarles la espina central (con cuidado de que no se rompa) y la lateral (aleta), separando los lomos que lavaremos brevemente bajo el grifo y pasaremos a un paño para secarlos en su totalidad.
Ya los lomos secos los pasamos a un taper o frascos de cristal con aceite de oliva virgen extra, para su consumo posterior.
