En nuestro viaje a La Manga del Mar Menor pudimos contemplar en La Azohía la Torre de Santa Elena.
Allí nos dieron la siguiente información que transcribimos
Allí nos dieron la siguiente información que transcribimos
- TORRE COSTERA "SANTA ELENA" LA AZOHÍA
Corría el reinado de Felipe II. Cartagena, base naval de primer orden para la Corona, había sido ya fortificada durante el reinado del emperador Carlos I. en 1540, pero la obra quedó inconclusa. En 1576 sere anudan las obras de fortificación bajo la dirección del arquitecto italiano Juan Bautista Antonelli y del duque Vespasiano de Gonzaga. La importancia estratégica de la ciudad, sede de la Casa del Rey, encargada de la fabricación de pólvora y municiones así como de suministrar éstas y todas las provisiones necesarias a las Armadas Reales que recalaban en el puerto, tanto para repostar víveres como para embarcar los famosos Tercios que harían temblar Europa durante más de dos siglos, así lo aconsejaban. Las obras concluyen en 1577 quedando la ciudad fortificada y con una gran seguridad respecto a los ataques que podría sufrir del exterior. Pero una cosa era la ciudad y otra su entorno. Menudeaban por el litoral cartagenero embarcaciones piratas procedentes de las costas de Túnez, Argeñia y aún de Turquía que, al amparo de la abrupta costa de nuestro litoral y aprovechando el gran número de pequeñas calas existentes en el mismo, desembarcaban y hacían incursiones tierra adentro arrasando cosechas, robando ganado y capturando prisioneros que más tarde usaban canjear por otros o bien para venderlos como esclavos en los mercados de Argelia y Túnez.
Los lugares predilectos para estos desembarcos eran las playas del Cabo de Palos, en las que en sus incursiones los piratas solían llegar hasta Pozo Algar y el monasterio de San Ginés de la Jara, donde los pacíficos frailes franciscanos se transformaban en improvisados soldados que se veían obligados por las circunstancias, a no poner la otra mejilla y defender su monasterio a arcabuzazos, y a fe que lo tuvieron que hacer bien, pues no consta en crónicas que fuese San Ginés de la Jara tomado en ningún momento por los piratas barberiscos.
Si en levante era Cabo de Palos el lugar idóneo de desembarco, en Poniente eran las playas de la Azohía el sitio elegido por los sarracenos para sus tropelías. Los altos acantilados de Poniente junto a la existencia de calas resguardadas de la vista, prácticamente de la misma Cartagena hasta Mazarrón (Algamecas, El Portús, Cala Aguilar, Boletes, Cala Salitrona, Cala Mojarra), lo convertían en un lugar excelente para desembarcar impunemente o bien para aguardar, sin ser vistos, el paso de embarcaciones procedentes del puerto de Cartagena sobre las que caer por sorpresa. El hecho de que en esa parte de costa se practicase desde los tiempos de la dominacion árabe un arte de pesca como la almadraba era un aliciente más para la piratería, que sin gran esfuerzo, podía apoderarse de barca, pescado y pescador de golpe y sin apenas riesgo.
Para evitar, en la medida de lo posible estas incursiones, se creó por parte del Concejo Municipal un servicio de guardas y atalayeros, comunicados por postas, que estaban situados por la parte de Poniente, que es únicamente a lo que nos vamos a referir, en las Algamecas, Roldán, Portús, Casteltiñós y la Azohía. Así el día 6 de Julio de 1560, desde Casteltiñós, (suponemos que la atalaya de vigilancia se encontraba en el cabezo denominado hoy del Atalayón, hacia poniente de Cabo Tiñoso) los atalayeros comunican al Concejo la presencia de gran número de navíos enemigos que navegan cautelosamente, por lo que el Ayuntamiento manda que hagan señales dichos guardas con fogatas si es de noche o humaredas si es de día a fin de que pueda prevenirse defensa con tiempo suficiente. El acta de cabildo celebrado el 14 de Abril de 1562 da cuenta de una Real Orden mediante la cual ordenaba que se trajese a la ciudad la artillería de Murcia, dado que en Cartagena sólo se encontraban tres cañones para su defensa, apodados Aguila, Francés y Serpentín. Así mismo se ordena vengan a esta Plaza cuatrocientas arcabuceros de las ciudades de Lorca y Murcia ya que existía la fundada sospecha de que una escuadra argelina compuesta por más de cuarenta buques se acercaba a nuestras costas. De nuevo se da orden a los guardas de las atalayas que avisen con humaredas o fogatas de la llegada del enemigo, Se designó a una torre existente en el Albujón de comunicarse mediante humaredas con la sierra de Carrascoy de forma que ésta a su vez comunicase de la misma forma el peligro a Lorca y Murcia a fin de que se pudiesen mandar socorros rápidamente en caso de necesidad.
Llegamos así al 19 de setiembre de 1587 en el que tras celebrar cabildo el Ayuntamiento, se pide al Rey que destine cien hombres pagados con las rentas de la Corona a la guarda y custodia de la costa ya que las rentas del Municipio son insuficientes para pagar aún los pocos hombres que se encargan de la vigilancia desde las atalayas. Ese mismo día acuerda también el Ayuntamiento pedir licencia real para la construcción de una Torre de defensa costera en lkos sitios denominados El Galán e Isla Plana dado que los frecuentes desembarcos de piratas en la zona tienen atemorizados a sus habitantes y se corre el riesgo de que se despueblen los citados campos.
Existia por entonces una relacion en las torres que debian construirse para la defensa en el Reino de Murcia ( un total de treinta y seis). Cuatro en el término de Murcia, cinco en el de Almazarrón y dos en el de Lorca. Para construir las que correspondían a Cartagena, propuso el concejo que se pidiese licencia al Rey, dado que el dinero de la construcción debía de salir de los Propios y Rentas Concejiles, para imponer el arbitrio de medio real por cada arroba de pescado que se extrajese de su costa y cuatro maravedíes por cabeza de ganado que pastase en los campos y montes de su jurisdicción. Estos impuestos no llegaron a cobrarse, pero llegado a la Alcaldia D. Jorge Manrique de Vargas solicitó licencia real para el cobro de los dichos impuestos. La licencia se concedió en Octubre de 1578, estando refrendada por el secretario real y decidiéndose levantar al Levante la de Cabo de Palos y al Poniente la de la Azohía por ser, como ya se ha dicho, los sitios más castigados por las incursiones de los moros.
Se guardó en todo las instrucciones dadas por el arquitecto Juan Bautista Antonelli que se encargó de señalar los sitios donde debían de asentarse las torres.
Felipe II muere en 1598 y durante su reinado se construyen las torres del Estacio, Cabo de Palos, Portmán y La Azohía. Las dimensiones de las mismas eran de 58 palmos de diámetro interior, 16 palmos el grueso de los muros y 60 palmos hasta el pretil de las almenas.
La planta exterior es hexagonal, siendo la base más amplia y ensanchada a modo de contrafuerte. Se accede al interior por medio de una puerta, orientada a Levante y situada a unos cuatro metros del suelo a fin de dificultar el acceso en caso de asedio. La planta interior no es hexagonal, sino circular, con techo abovedado formando cúpula al igual que el de la planta superior. En ella nos encontramos, también orientado a Levante, un pequeño tragaluz y debajo de él un mínimo depósito de agua, no me atrevo a decir aljibe, imprescindible para los casos de cerco Orientada a Mediodía se encuentra la chimenea que servía , aparte de para cocinar, para avisar mediante sus humaredas de la presencia enemiga.
Se accede mediante una estrechísima escalera de caracol situada en el lado del Noroeste a la segunda planta, de las mismas dimensiones de la primera pero con la diferencia de estar aspillerada en número de nueve. Estas aspilleras se sitúan de la siguiente forma: dos en el muro de Levante, una en el del Noroeste, iluminando la escalera de caracol, dos en los muros situados a Poniente y Suroeste respectivamente y otras dos en el muro del Suroeste. El muro de orientación Sur no está aspillerado. En esta planta existe un cañón, sin cureña, en cuya boca puede leerse en números romanos LIX, probablemente su calibre.
El último tramo de la escalera de caracol de acceso a las murallas, no almenadas, en donde se abre el orificio de la chimenea, de forma restangular.
Por lo que se refiere al armamento es de suponer que estaba dotada, al igual que la de Portmán, de la que sí existen referencias, de dos cañones y de doce mosquetes, así como de buena provisión de piedras para ser arrojadas desde lo alto de las murallas sobre el enemigo asediante. La leña también debía ser de dotación obligatoria a fin de encender las fogatas y humaredas de aviso.
Durante el Reinado de Felipe III se ordena que se dote a las torres costeras de aljibe, ya que, en ocasiones, los servidores de las mismas deben recorrer casi dos leguas para aprovisionarse de agua. El aljibe de nuestra torre se encuentra a unos cien metros de la misma a la izquierda del camino a la izquierda, es de reducidas dimensiones pero tiene la capacidad suficiente para abastecer a sus servidores durante un periodo de tiempo prolongado. Aunque se encuentra semienterrado, por los trazos debía de tratarse de un aljibe de bóveda semiesférica con el brocal en forma de garita.
De la importancia que para la defensa de nuestra costa tuvieron la Torre de la Azohía y la atalaya de Casteltiñós, así como del riesgo que corrían sus defensores dan idea de las siguientes noticias entresacadas de los Archivos Municipales.
9 de Noviembre de 1599. Desde la atalaya de Casteltiñós llega a Cartagena a uña de caballo un atalayero con la noticia de que tres galeotas, bien armadas, de moros estaban batiendo a la torre de la Azohíay que ésta se defendía bravamente con el fuego de los cañones. De inmediato el Ayuntamiento organiza un gran grupo de gente de a pié y a caballo que parte rápidamente en socorro de los defensores de la torre.
8 Enero de 1600. Se pone en conocimiento del Cabildo Municipal que una fragata de moros había perseguido una barca de pesca haciéndola embarrancar en la costa de Poniente y apresando a uno de sus tripulantes. Con este motivo el regidor D. Nicolás Pérez, señor de la torre que lleva su nombre, próxima a Perín, comunica que pocos días antes tuvo lugar en el Portús otro desembarco de moros que se había saldado con el cautiverio de tres hombres que habitaban una casa situada legua y media tierra adentro.
27 de Febrero de 1600. El Ayuntamiento de Cartagena decide subir el sueldo a los ataleyeros de Castalteñós de cuarenta reales al mes a cincuenta, a fin de estimular los vecinos para cubrir las vacantes dejadas por los atalayeros apresados por los piratas. Se dio la circunstancia de que en muy poco tiempo fueron apresados tres atalayeros, convertidos en objetivo principal de los piratas, a fin de impedir con su captura que hiciesen señales de alarma o que trasmitiesen a la ciudad las noticias de los asaltos. Por estas circunstancias era difícil el encontrar quien quisiera hacerse cargo de tan comprometido y peligroso puesto.
El mismo día el Ayuntamiento hace salir al mando del Regidor y capitán D. Nicolás Garre de Cáceres dos barcas armadas a fin de ahuyentar a dos bergantines berberiscos que tenían atemorizada a la gente del litoral.
29 de Julio de 1600. El patrón de un barco procedente de Argel pone en conocimiento del Cabildo que se propone venir sobre la costa con dos galeras fuertemente armadas y doce fragatas el tristemente célebre Morata Arraez. Aparte las precauciones defensivas sobre la ciudad, se toma la providencia de edificar un fortín en el peligroso puesto de Casteltiñós.
12 de Mayo de 1601. El Ayuntamiento de Cartagena da orden de que durante los meses de Mayo y Junio, en que permanece instalada la almadraba, se sitúen dos guardas en Casteltiñós para evitar apresamientos como los que habían hecho los moros pocas fechas antes en las personas de cuatro criados del capitán D. Francisco Bienvengut.
Posteriormente, el Cabildo celebrado el día 31 de Julio de 1601, toma el acuerdo de construir otra torre en el Portús y el 27 de Marzo de 1604 se recibe una cédula real concediendo al Ayuntamiento licencia para tomar prestados 1000 ducados con los que financiar las torres de El Portús y Calnegre, pero la obligación de devolver el dinero y la poca presión que el Marqués de los Vélez ejerció sobre los Concejos Reales, a pesar de su cargo de Adelantado Mayor del Reino, hizo que se olvidase el proyecto de realización de una nueva torre para la zona Oeste del litoral. El último intento de proteger la costa Oeste ocurre en 1618 con la intentona de construir una torre fortificada y artillada con cuatro cañones en las Algamecas, usando el dinero existente para la construcción de una torre en el término de Lorca. Se recibió la negativa real el nueve de Junio de ese mismo año y el proyecto se olvidó definitivamente, a pesar de que la dicha torre se proyectó reinando Felipe II y que fue durante el reinado de su hijo y sucesor Felipe III cuando más sufrieron Cartagena y su costa el ataque de los piratas argelinos.
La vigencia de las torres costeras y su importancia estratégica se mantiene durante más de tres siglos. A modo de anecdotario y como forma de ilustrar documentalmente esta afirmación, así como de comprobar cual era la forma de vida de los encargados de las torres y el sueldo que recibían me permito transcribir una memoria efectuada por los capitanes de los cuerpos de carabineros, artillería e ingenieros, Lopis, Hernández Carcelen y Sedano el 31 de Julio de 1840, recién terminada la contienda entre los carlistas partidarios del infante D. Carlos, hermano de Fernando VII, y los isabelinos, partidarios de Isabel II, hija del citado rey. Dice así:
-Informe de la Comisión en que se determinan las Torres de Costa que deben quedar para el servicio y defensa militar en las 23 leguas que comprende el Distrito de Cartagena, y las nuevas que se proponen para el uso de vigías.
Por los S.S. de los cuerpos de Carabineros, Artillería en Ingenieros, Llopis, Hernández Carcelén y Sedano.
En 31 de julio de 1840
Documento separado nº 2
No habiendo ninguna zona que destinar al servicio permanente de vigía ni tampoco empleados que pertenezcan a ella, pero para dar un conocimiento de la zona y demás extremos que abraza la instancia, pertenecientes a la zona citada se han considerado indispensables para la defensa de la zona espresa lo siguiente:
-Todas las seis torres se hallan dotadas con un Alcayde y cuatro torreros que tienen sus nombramientos por los S.S. Gobernadores, que les sirve para transitar por la zona en caso necesario como resguardo militar.
-Por Real Orden de 22 de Setiembre de 1829 se sirvió S.M. declararlos como parte integrante del Estado Mayor de la Plaza por pertenecer el servicio que prestan al resguardo y defensa de la misma y el abono y cobro de sus haberes es por la Tesorería del Ejército en Valencia. Pero por otra de 17 de Noviembre de 1839 se les radicó su pago por la Depositaria de rentas Nacionales de esta Ciudad. Sus revistas son pasadas de presente por el Sr. Ministro de Hacienda Militar, están sujetos en caso de delito al Tribunal de Guerra arreglándose a las penas de ordenanza, tienen opción a invalidez como los soldados del ejército, siempre que habiendo servido 20 años se inutilicen o antes si proviniese de acción de guerra. Les es permitido en toda la extensión de la jurisdicción de sus torres el corte del esparto y se hallan exceptuados de toda carga concejil.
Cada torre tiene su Redonda que se considera de 1900 varas, pero lo escabroso del terreno les imposibilita su labranza, esto sólo rige en la torre de Portmán y Cabo Palos pues la del Estacio se halla situada en una manga que todo es arena, las de la Azohía, Mazarrón y Cope, no tienen alguna por el punto donde están situadas, por lo que esta compañía de torreros no disfrutan de la tierra como en otros puntos.
-En las distancias de una torre a otra, tanto en la parte de Levante como en la de Poniente, se hallan varias calas y surgideros que no están a la vista de las torres, pues sólo en la descubierta se puede observar la embarcación que se dirige a ellas por la aproximación que hacen a la costa.
A continuación continúa el escrito con una lista de todos los torreros de servicio en el año de la fecha aunque sólo refireré los datos de los integrados en la torre de Santa Elena.
-Lista de los Torreros de que se compone la compañía que guarnecen las seis torres situadas en la costa de esta Provincia con expresión del haber que cada uno disfruta y tiempo en que empezaron a servir.
-Costa de Poniente-
-Azohía nombrada 5ª Elena-
Tiempo en que empezaron Haber íntegro
a servir ---Reales---
1º de Mayo...... 1811.............Alcayde........Ginés Torres Mulero.................... 60
1º de Agosto.... 1818..................................Gaspar Balanza............................ 44
1º de Setbre......1818................................. Pedro Martinez...........................-. 44
1º de Octubre...1924.................................Ginés Torres Martinez................... 44
1º de Mayo.......1839................................. Miguel Martínez........................... 44
-Todas las torres están en parte municionadas y sólo necesita pronto reparo la del Estacio y las cinco restantes algunas conposiciones de consideración.
-Los 37 torreros forman compañía a las órdenes de un capitán que dirige sus operaciones, por quien reciben las órdenes que se les comunican y lo es D. Joaquín Tomaseti.
Continúa el citado informe, en otro apartado, diciendo:
-Mediante a que no hay más que seis torres en toda la costa, que éstas están artilladas y forman un débil sistema de su defensa, no puede desmembrarse de ninguna de ellas para reducirla a simple vigía, pues quedaría indefenso el gran intervalo de cinco o seis leguas que resultaría entre las colaterales. En consecuencia deben permanecer como fuertes militares las seis expresadas de nombre y situación siguientes:
Y, seguidamente, se hace una relación de las seis torres de costa existentes y de su estado de conservación , aunque sólo haré referencia, como hasta ahora, a la de la Azohía.
Artillería
Situación Nombre Estado de Servicio existe de hierro Costa de Poniente Azohía Santa Elena Regular 2 de a 12 en mal estado
-No habiendo ninguna torre de las existentes que pueda destinarse para el mero servicio de vigía según se ha dicho arriba parece conveniente el proponer otras nuevas intermedias que puedan llenar este objeto y al mismo tiempo reforzar en caso necesario la defensa y vigilancia de la costa, siendo igualmente muy apropiadas para el establecimiento de telegrafía.
El informe continúa recalcando la importancia que para la defensa de las costas de Cartagena tendría la construcción de casas vigía en Cabo Tiñoso y en las alturas del Portús, pues se facilitaría la comunicación en la torre de la Azohía y el castillo de Galeras, al haber una distancia, más o menos de una legua entre unas y otras. Se dotaría a dichas casas de telegrafín cuyo costo por unidad ascendería a 2.948 reales que, propone la comisión, corran a cargo de la Hacienda ya que los cortos y estériles terrenos de las torres, con cuya amortización se podrían financiar las constrcciones, no se considera opción viable dado que sería prácticamente imposible el encontrar comprador para ellos.
Hoy, si te decides a subir a la torre de Santa Elena, no es necesario que cierres los ojos para dejar correr la imaginacion. La propia historia rezuma de sus gruesos donde aún parece retumbar el eco de sus cañones batiéndose bizarramente contra las dos gruesas galeotas moras el 9 de Noviembre de 1599 mientras que el atalayero de Casteltiñós alarmado por los cañonazos y la humareda de las señales, reventaba su caballo para ir a buscar refuerzos a Cartagena. El Lebeche que notas en tu cara es el mismo que curtió los rostros de los Martines, Mulero y Balanzas de dotación en la Torre en 1840 y desde lo alto de su matacán, tus ojos contemplan el mismo panorama que en 1601 aconsejó al Ayuntamiento de Cartagena redoblar la guardia de Casteltiñós mientras durase la pesca de la almadraba y casi esperarás en cualquier momento ver aparecer en el horizonte las velas de la escuadra berberisca de Morato Arraez.
Por eso quería que conocieses este retazo de historia de la Torre de la Azohía, denominada Santa Elena, construida bajo el reinado de Felipe II y que tuteló bajos sus murallas no sólo a las poblaciones costeras de la zona Oeste del litoral cartagenero, sino a la misma ciudad de cuyo esquema defensivo formó parte hasta comienzos de siglo.
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